Julio Cortázar, profesor de literatura
A punto de terminar el año del centenario del autor de Rayuela, va una reseña de un texto que recopila una serie de clases magistrales.
Ricard Bellveser (España)
Este año se celebra el primer centenario del
nacimiento del escritor Julio Cortázar, probablemente el autor más “de culto”
de las letras hispanas, por encima incluso de Gabo.
Y se da la circunstancia de que, hace unas
semanas, en el mes de noviembre, murió en París, a los 94 años de edad, Aurora
Bernárdez, la primera y última (no la única) mujer de Cortázar, la más influyente,
la sacerdotisa de este templo literario, quien supo mantener encendido el fuego
de esta obra. Aurora, traductora de Albert Camus y de Jean Paul Sastre, parisina
de adopción, dedicó su vida a impedir que el olvido eclipsara la obra de su
marido.
Aurora y Julio se casaron en los años 50 del
siglo pasado y se separaron en los 70. Julio Cortázar tuvo, formalmente, dos
mujeres más, la última Carol Donlop murió antes de que Cortázar enfermara del
mal que acabó con él. Aurora regresó a su lado para cuidarle y acompañarle
hasta su muerte. Después dedicó sus fuerzas a reverdecer la obra del cronopio,
para lo que contó con la ayuda de la agente literaria, clave en la difusión del
boom, Carmen Balcells.
El centenario y el adiós de Aurora, le dan
especial oportunidad a un libro “raro” de Cortázar, muy oportuno en estos
momentos y que nos desvela que en este autor dormía en letargo, junto al autor,
un desconocido profesor de literatura.
En otoño de 1980, y a lo largo de dos meses,
el escritor argentino dio un curso de literatura en la Universidad de Berkeley,
en el que habló de conceptos de literatura en general y de sí mismo como
escritor en particular, lecciones que Aurora, y en contra de la costumbre del
escritor muy reacio a estas cosas, reunió en un libro que la actualidad ha
devuelto a las vidrieras de las librerías[1].
Según el prologuista Álvarez Garriga, el libro
nos aclara que Julio Cortázar escribió de una sentada Botella al mar. Epílogo de un cuento, texto incluido en Deshoras (1982), explica cómo construyó
los Cuentos de la noche boca arriba, La continuidad de los parques, y cómo
escribió Rayuela o El libro de Manuel inspirado este último
en un diario inconcluso.
Bestiario (1951) se publicó cuando Cortázar estaba en París con Aurora. Es su
primer libro de cuentos, en el que figura Casa
tornada, que es uno de sus más célebres relatos, y le siguieron Final del fuego (1956), Las armas secretas (1958), Todos los fuegos el fuego (1966), Octaedro (1974), Alguien que anda por ahí (1977) y el antedicho Deshoras, libros que en sus clases de Berkely hurgó en sus
entrañas.
Las ocho clases del curso consistieron en, la
primera clase, Los caminos del escritor. La segunda y tercera, El cuento
fantástico I: el tiempo y II, La fatalidad. La cuarta clase, El cuento
realista. La quinta, Musicalidad y humor en la literatura. La sexta Lo lúdico
en la literatura y la escritura de Rayuela. La séptima De Rayuela, Libro de
Manuel y Fantomas contra vampiros multinacionales y la octava clase, Erotismo y
Literatura.
La metodología era la siguiente: en la primera
parte de la clase daba la lección y la segunda iniciaba un coloquio con los
alumnos de tema abierto pues, como dijo Cortázar su último día “esto no era un
curso, era algo más: un diálogo”.
Señala Carlos Álvarez: “Cortázar logra una vez
más que quien se acerque a él no se comporte pasivamente: ofrece, y consigue,
la complicidad que es la clave de todo aprendizaje. En palabras de Cortázar: “Tienen
que saber que estos cursos los estoy improvisando muy poco antes de que ustedes
vengan aquí: no soy sistemático, no soy ni un crítico ni un teórico, de modo
que a medida que se me van planteando los problemas de trabajo, busco
soluciones”.
No le fue fácil porque la Columbia University
le ofreció dar unas clases de este tipo en el lejano 1969, pero se negó. Sus
argumentos fueron varios, por un lado no querer ser cómplice de la constante
“fuga de cerebros” que estaba protagonizando Estados Unidos, que abrió sus
puertas a los principales investigadores de todas las materias, de la
literatura a la física cuántica o la medicina, lo que le llevó a acumular
premios nobeles.
Sin embargo en 1980 ya había cambiado de
opinión y aceptó ir a Berkeley porque la propuesta que le hicieron tenía
“condiciones excelentes para trabajar poco y leer mucho”, aparte de estar cerca
de su querida ciudad de San Francisco.
En el primer centenario del nacimiento de
Cortázar, estas clases nos permiten comparar cómo es el Cortázar oral y cómo el
Cortázar escrito, dónde están las diferencias. Si las hay.
Nos permite compararlo con el Cortázar
epistolar pues Aurora publicó en cinco volúmenes toda la correspondencia del
autor, que es otro tono literario. La edición de sus clases nos recuerda al Borges oral que reunió las cinco
conferencias que Jorge Luis Borges dio en la Universidad de Belgramo, las Seis propuestas para el próximo milenio
de Italo Calvino, reunión de sus conferencias en la Universidad de Harvard y
las famosas Lectures on literatura de
Nabokov, reconstrucción de los apuntes de sus clases.
[1] Cortázar, Julio. Lecciones de
literaturas. Berkeley, 1980. Edición y prólogo de Carlos Alvarez Garriga.
Alfaguara. Madrid, 2013.
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