domingo, 18 de junio de 2017

Artículo

“El paso no, del Dios, sino la huella...”



Apuntes preparados por la autora, de cara al conversatorio sobre literatura homosexual en Bolivia que se desarrollará esta semana.


Virginia Ayllón 

Para Isabel

Tal vez lo primero que viene a la mente es que después de la infantil, la indígena, la regional, la femenina, ¿ahora le toca a la literatura homosexual? Es decir, ¿seguimos el sino social e histórico de la literatura?
La hipótesis del peso de la historia en la literatura, especialmente en la narrativa, es más grave si se la piensa como el crítico cubano-norteamericano Roberto Gonzales Echevarría, para quien la novela en general y la latinoamericana en particular, se ha construido persiguiendo “la verdad”; es decir se ha construido en una intención no literaria. Siendo esto verdad, en la mayoría de los casos, creo que menos mal “la literatura resiste”, especialmente la poesía. Si no creyera en eso, grave sería mi vida.
La guía biográfica y crítica de escritores latinoamericanos en temas gay y lesbianos, de 1994, consigna dos entradas para Bolivia. La primera es para la novela Erebo, de Pablo Gumiel, publicada en 1955, cuyo valor sería precisamente ser el primer texto contemporáneo que trata abiertamente la homosexualidad. La segunda corresponde a Los papeles de Narciso Lima Achá, de Jaime Saenz, publicada en 1991. Sobre esta última, el editor considera que Narciso vive su homosexualidad como camino de conocimiento y trascendencia metafísica; que Saenz sitúa el amor homosexual masculino como la primera experiencia de conocimiento, con peso específico en el desarrollo del sujeto poético. Dice, además, que Los papeles de Narciso Lima Achá es uno de los textos más iluminados de la poética de Saenz y quizá la clave para comprender su universo.
Ahora bien, en otro texto, David William Foster, editor de esa guía, afirma que mientras las novelas norteamericanas sobre temas gay se concentran en el conflicto interno de los personajes, las novelas latinoamericanas, en cambio, se construyen desde la marginalidad; es decir desde el (famoso) sino social e histórico. No creo estar muy de acuerdo con esta afirmación, sobre todo si pienso en Sor Juana Inés de la Cruz, Nestor Perlongher, Gloria Anzaldúa, Manuel Puig, pero especialmente en Severo Sarduy.
Cobra (1972), que forma parte de su trilogía junto a Colibrí (1984) y Cocuyo (1990), es, sin duda, una de las novelas más hermosas que he leído. En mi recorrido feminista he oído hablar con mucho facilismo de escritura y cuerpo, porque, así como es una clave, muy sencillo ha sido convertir esa dupla en vacío eslogan.
Para Sarduy, sin embargo, escritura y cuerpo ha sido el jeroglífico a descifrar en una escritura febrilmente transgresiva y hedónica. En una linda lectura del escritor chileno Bartolomé Leal, Cobra es entre otros, un objeto de culto, envenena las letras, es un himno al travestismo, el que perturba y el cultural… Cobra colapsa.
Pero ni Cobra ni Sarduy podrían explicarse al margen del trabajo del escritor, de sus traducciones al francés de la obra de Manuel Puig, Lezama Lima, Reinaldo Arenas, Sergio Pitol, o Vázquez Montalbán. Pero sobre todo no podrían explicarse sin tener en cuenta su apego y estudio de la obra de Lezama Lima y su amistad intelectual con Roland Barthes.
Solo así se puede comprender al Sarduy creador del neobarroco americano -junto a Lezama Lima, Carpentier, Cabrera Infante y Virgilio Piñera- que viniendo de Cuba se ha remozado con la obra del argentino Juan José Saer, la uruguaya Marossa di Giorgio y la chilena Diamela Eltit. 
Claro que escritura y cuerpo es la obra de Sarduy (no el todo, la huella: El paso no, del Dios, sino la huella…, primer verso de uno de sus sonetos), pero como cuerpo él sabía que la letra con sangre entra:

La letra con sangre entra...

La letra con sangre entra
como el amor. Mas no dura
en el cuerpo la escritura,
ni con esa herida encuentra
paz el amante. Se adentra
en el cuerpo deseoso
y más aumenta su gozo
con su mal. Alegoría
de nuestra postrimería:
jeroglífico morboso.



No hay comentarios:

Publicar un comentario