Manjón y Montaño, dos miradas
a la literatura cruceña actual
La editorial Perra Gráfica presenta el debut literario de Adhemar Manjón, con su novela Génesis 4.12, y el segundo libro de relatos de Saúl Montaño: Desvelos. Los autores hablan del origen y alcance de sus obras. Proponemos además breves lecturas de cada libro.
Martín Zelaya Sánchez
Perra Gráfica editores presentará la siguiente semana en la
Feria Internacional del Libro de Santa Cruz, una novela y una colección de
cuentos que, sin que nadie se lo proponga -ni el editor, ni mucho menos los
autores- bien podría ser un solo libro: un retrato, desde la ficción, de un
sector de la juventud clasemediera, y por tanto de una parte de la Santa Cruz
actual.
A una primera y superficial mirada eso son Génesis 4:12, de Adhemar Manjón y Desvelo, de Saúl Montaño. Claro está,
además, que ambas son obras pensadas y logradas con un horizonte prioritario:
la estética del lenguaje, el cómo contar antes que el qué contar. Y aquí acaban
las coincidencias y cualquier intento de encasillamiento.
Manjón no se va con vueltas… Un momento, más bien sí.
Escribe y duda, lo deja, vuelve a escribir. Se nutre: lee y relee, devora
películas, cómics y se hace más melómano aún. Reforzado, vuelve a escribir,
vuelve a dudar, y, aunque publica al fin, sigue en una ruta incierta, según
reconoce… aunque no tanto como el personaje-narrador-protagonista de Génesis 4:12, su novela debut, un
patético indeciso que desperdicia tiempo y oportunidades y sufre en silencio
desamores y culpas. No tiembla Manjón -eso sí- en admitir a su engendro como una
suerte de alter ego.
Montaño, en cambio, va con patada voladora de inicio a fin.
Su personaje que deambula de un cuento a otro en Desvelo -y que aunque es también un camireño emigrado a Santa Cruz
no es alter ego suyo- no es ni mucho menos un idealista atormentado, como el de
Génesis 4.12; más bien es uno que
“tiene los huevos bien puestos” y a quien no le remuerde nada pasarse la
juventud chupando, vagueando y buscando desesperadamente con quien coger. Veamos
un breve pantallazo de ambos libros:
Génesis 4:12
Depresivo, ansioso, un looser
total. El protagonista de esta novela rechaza infaliblemente todos los
trabajos que -ni él sabe bien por qué- se afana en conseguir. No tiene objetivos,
motivaciones, pasiones, ni siquiera valor para tomar las “drogas fuertes” que
le receta su psiquiatra, ni, por supuesto, para matarse tomándolas todas de
golpe, como en algún momento se tienta. No puede sacarse de la cabeza a Vero,
su ex, pero tampoco termina de animarse a reconquistarla.
Se pasa los días, semanas, meses vagando, viendo tele,
bebiendo y yendo de putas. Solo o a veces con algunos amigos cuyas vidas se
infieren igual.
Narrador protagonista. Primera persona en presente, aunque
con continuos flashbacks. La novela es amena y con una solvente narración
general, sobre todo en los diálogos, pero se advierte cierta falta de pulcritud
a la hora de darle fluidez al relato: los planos narrativos y algunas
concordancias en el manejo del lenguaje.
Es más que evidente la influencia de Maximiliano Barrientos
en la construcción de ambientes, en las situaciones psicológicas: cavilaciones,
crisis internas del personaje, así como en la intención de lograr una prosa que
remita a planos e imágenes más propias del cine.
Desvelo
Sobrevivir con trabajos eventuales y el sueldo del papá.
Salir en carro o moto a buscar dónde beber, con quién acostarse o con qué amigos
irse al local de putas de moda.
Aunque no se especifica, y de hecho se mencionan nombres
diferentes, el personaje narrador de los relatos es el mismo (¿es él mismo?):
un hombre en el final de la veintena, que vive sus últimos días en su pueblo
natal o sus primeros como inmigrante en la periferia cruceña.
Ciertas frases poco logradas, o diálogos no del todo
naturales que restan verosimilitud y ritmo a una prosa por lo demás osada y
vertiginosa, son los pocos, y subsanables, peros de este libro, en lo formal.
Aunque no pocos cuentos se leen de un tirón, y aunque está claro que la idea es
darle unidad y coherencia a todo el libro, hacia el final cansa un poco la
repetición de situaciones, se hace algo previsible el devenir del
“heróe-antihéroe”.
¿Identidad?
¿Influencias?
¿Retratos, retazos, pantallazos de la sociedad cruceña
actual, decíamos? Y es que aunque a priori la respuesta es un contundente no
(¡basta ya de buscar clasificaciones y direccionamientos en nuestra
literatura!), no se pueden obviar los hilos conductores: Barrientos-Colanzi
(parcialmente)-Montaño-Manjón.
“¿Queremos una identidad?
¿Para qué buscar una identidad? Pero, por otra parte, ¿es un escritor de estas
latitudes una isla en el vasto océano de la literatura cruceña? Al parecer no.
Estamos más conectados de lo que creíamos; somos archipiélagos”, responde
Montaño interrogado sobre las similitudes de sus relatos no solo con la novela
de Adhemar, sino incluso con los “iniciadores” de una nueva manera de acercarse
y concebir a la literatura, que en el país son consensuadamente identificados
como Maximiliano Barrientos y Rodrigo Hasbún, entre otros (pasado ya el quiebre
que vino de la mano, a fines de los 90, de Edmundo Paz Soldán y luego de
Giovanna Rivero).
Continúa el camireño: “leí con
admiración los libros de Maxi y Hasbún. Acto seguido me mantuve atento a lo que
decían en sus entrevistas y artículos, buscaba a los escritores que
mencionaban: Cheever, McCullers, Johnson, Moody, etc.; a los directores de cine
que recomendaban. Me inscribí en un taller que dictó Maxi y nos hicimos amigos…,
trato de armar un mapa de cómo yo llego a esta literatura individualista,
intimista”.
Sobre la impronta de Barrientos -particularmente notoria en
su texto-, Manjón admite: “Mis
primeros intentos por escribir se dan en 2005, pero supe que quería hacerlo en 2006,
cuando Maxi publica Los daños. Leía
sus cuentos y quería copiarlos. (…) En fin, eso fue a los meses de empezar el
experimento de escribir, pero creo que me dio una especie de pánico escénico y
decidí no hacerlo más, solo leer hasta que sintiera que podía contar algo mío.
Con el tiempo nos hicimos amigos con Maxi y me dio muchos consejos, y muchos
libros que me han servido a la hora de hacer esta novela”.
Y para cerrar,
ambos hablan sobre los lazos entre Génesis
4:12 y Desvelo, las nuevas
grandes propuestas de Perra Gráfica -junto con Temporarias, poemario póstumo de Emma Villazón del que hablaremos
en otro momento-.
“Nuestra
amistad -dice Saúl refiriéndose a Adhemar- ha perjudicado nuestras obras. Ambos
libros están contaminados por nuestro ‘bromance’. Aunque mi personaje no se
enamora, en cambio el de Adhemar es un pajero enamoradizo; mi personaje tiene
los huevos bien puestos”.
Manjón también lo
admite: “sí, creo que hay atmósferas y actitudes de algunos personajes
que se pueden encontrar en ambos libros. Pero los tonos son distintos. Creo que
en mi novela intenté que el personaje se encierre en su cabeza, le quise poner
un poco de melancolía en ciertos pasajes. En cambio, en los cuentos de Saúl,
los personajes siempre van hacia adelante, no se andan con vueltas en lo que
quieren, son historias más viscerales y con gente mucho más cínica, que solo
piensa en coger”.
Adhemar Manjón: “Lo
hice un poco pensando en mí”
- Juan Cárdenas dice que
la verdadera novela no trata sobre nada. Está claro que hace mucho que importa
más cómo se cuenta que qué se cuenta, ¿qué tenías en mente antes, durante y después
de la redacción de Génesis 4:12?
- Pensaba en si una vez terminada le iba a interesar
publicarla a alguien. Tardé alrededor de tres años en finalizarla y, claro, al
comienzo creí que era una historia que se había contado mil veces, pero lo que
me animó era que esta vez el que escribía esa historia era yo, y quería saber
cómo lo resolvía.
Supongo que tuve la paciencia para convencerme de que podía
funcionar. La última vez que la dejé en reposo fueron seis meses, y cuando la
volví a leer tuve las ideas más claras, y así pude finalizarla.
- Colanzi sugiere a
Ignatius Reilly, de La conjura de los
necios, para describir a tu personaje, ¿fue la construcción del protagonista
uno de tus mayores desvelos?
- De hecho, la construcción del personaje principal me
resultó lo más fácil, porque lo hice un poco pensando en mí, así que lo único
que tuve que hacer fue insertarle mis manías, obsesiones e inseguridades y lo
tuve resuelto.
Es que, en parte, Génesis
4:12 surge como un ejercicio que hice para registrar cierto estado en el
que me encontraba cuando la inicié, era como una forma de decirme “Mirá,
Adhemar, todas estas estupideces has estado haciendo, no las hagás más”; y
pensé que cada vez que intentara meter la pata de nuevo pensaría en todo eso. Volví
a leer la novela completa hace dos semanas y me di cuenta de que,
lastimosamente, no he aprendido nada en todos estos años y sigo haciendo lo
mismo. No cambio más.
- Aparte de
Barrientos, hablemos de otras influencias e insumos ¿de qué te nutriste para
escribir la novela?
-¿Bret Easton Ellis? Me gustó mucho su novela Menos que cero, y creo que las frases
cortas de las robé de algunos de sus pasajes (guardando las distancias, por
supuesto). Pensé mucho en el cuento El
arquero, de Luciano Lamberti, y en otro cuento de otro cordobés: Asiáticos, de Federico Falco, al momento
de intentar mostrar lo perdido que se encontraba el personaje principal.
El impulso definitivo de lo que quise hacer me lo dio Postales de invierno, de Ann Beattie, es
una de las novelas que más he disfrutado. Pero, creo que el origen de Génesis 4:12 está en la película
uruguaya 25 watts, de Juan Pablo
Rebella y Pablo Stoll, la he visto muchísimas veces y me sigue conmoviendo y
divirtiendo. De ahí saqué lo de los tres amigos y de ponerlos andar de aquí por
allá por la ciudad.
Algunas canciones me ayudaron mucho también cuando ponía al
personaje a dar esos paseos por la ciudad: That’s
entertainment, de The Jam; Teléfonos/White
trash, de Sumo, En las calles de
Liniers, de Hermética, e incluso un tema de una banda cruceña, Duende, de Nyx.
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Saúl Montaño: “En Santa Cruz estamos aburridos”
- Por muchos años se encasilló, erradamente creo, a la literatura paceña
como la narrativa de la noche, de lo marginal. Leyendo los libros de
Barrientos, algunos cuentos de Colanzi, la nueva novela de Manjón y tus
cuentos, no sería raro que alguien diga que hay una nueva tendencia o identidad
en las letras cruceñas: la de reflejar la Santa Cruz de las borracheras, y los
veinteañeros que se pasan el día vagueando en autos de sus papás. Te pido una
reflexión al respecto.
- Que los boliches, que la joda,
que los hijos de papá… creo que a mis personajes se les va en eso la juventud
porque están aburridos y buscan estimularse. Tal vez si yo encontrara las mil y
un maneras estéticas posibles de mostrar personajes masturbándose, lo haría.
Mis personajes buscan emociones porque en sus vidas por injerencia externa no
sucede nada, entonces qué hacen: conducen, fuerzan dramas, pelean, se
emborrachan, van de putas, lo que la ciudad y su condición socioeconómica les
permite. Yo mismo estoy aburrido. En Santa Cruz estamos aburridos.
- ¿Hay una Santa Cruz “vedada” o “marginal” en tus cuentos? ¿Hasta qué
punto se reflejan tendencias, hábitos de vida actuales?
- Existe una Santa Cruz
marginal que está allá, mucho más lejos en el radio urbano. Mis personajes son
de clase media, no pasan hambre, no conocen la violencia de las calles, tienen
un techo bajo su cabeza, sí se transportan en micros, pero no son marginales.
Por supuesto que los cuentos reflejan hábitos de vida actuales, eso intenté, es
una Santa Cruz urbana y contemporánea.
Sospecho que eso que señalas
como “marginal’ está porque algunos cuentos suceden en Camiri, o quizás esa
impresión de marginalidad es provocada porque mi personaje es un camireño que
está en Santa Cruz, entonces no está plenamente integrado a la sociedad
cruceña.
- En diferentes momentos hubo escritores que trabajaban enfocados en qué
contar o en sobre qué escenarios o países o lugares hablar: literatura
política, regional, etc. ¿Coincides en que hace ya un tiempo lo que importa es
cómo contar, no qué o para qué contar? ¿Qué tenías en mente no solo durante la
redacción de Desvelo, sino antes, cuando ya te sabías embarcado en
hacer un libro, y luego, durante la corrección y el tiempo que seguramente lo
dejaste en reposo?
- Sería pretencioso de mi parte afirmar que ahora
lo que importa es el cómo contar, desconozco muchos autores, seguro hay
aquellos que teclean literatura política, regional. En el caso de Desvelo, sí, me importó mucho el cómo
contar. Sin duda. Es un libro funcional en cuanto a una búsqueda estética, mis
preocupaciones no fueron morales, psicológicas, sociales, fueron estéticas, era
esto lo que tenía que funcionar, lo demás acoplarse. Este libro ha sido un
aprendizaje.
Es que también Desvelo
nace como por encargo, o yo me lo tomé así. Antonio [Vera, el director de Perra
Gráfica] quería reeditar mi primer libro, le dije que sí, meses más tarde le
propuse Desvelo: que contiene un par
de relatos de Una bandada… Lo que
había hecho fue reconocer temas recurrentes: el joven al pedo, en joda, sin
saber qué hacer; mucho sexo, alcohol. Entonces trabajé para que el manuscrito
funcione: eliminé párrafos, retiré cuentos, ajusté tuercas.
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El paquete de Perra
Gráfica
Novela. Génesis 4:12,
de Adhemar Manjón, ilustrado por Rodrigo La Hoz, se presentará el jueves 2 a
las 19:00
Poesía. Temporarias,
de Emma Villazón, ilustrado por Eduardo Yaguas, el viernes 3 a las 19:00.
Cuentos. Desvelo,
de Saúl Montaño, ilustrado por Jugo Gástrico, el sábado 4 a las 21:00.