Spedding, Hasbún y Rivero, encabezan
lista de los mejores
libros bolivianos del año
Catre de fierro y Los afectos novelas-, y el libro de cuentos Para comerte mejor, son los más votados y mejor valorados por una docena de destacados críticos, escritores y académicos. Conozca los otros libros del top literario boliviano de este año que termina.
Martín Zelaya Sánchez
Todos decimos que son irrelevantes y que nos tienen sin
cuidado, pero al final (casi todos) leemos y consideramos, aunque sea
parcialmente, los listados top o las clasificaciones de lo mejor del año. ¿O
no?
Lejos de la mercadotecnia y de afanes por cuantificar (en
lugar de cualificar) la literatura, si de lo que se trata es de llamar la atención
hacia libros valiosos, recomendar lecturas placenteras y propiciar
acercamientos a autores imprescindibles, bienvenidos estos cánones de fin de
año. Así que va entonces este intento por encontrar el mejor o los mejores
libros bolivianos de 2015.
Hay que partir por señalar que por buena mayoría entre los
consultados -11 periodistas culturales, críticos, escritores, académicos y
editores; 9 de ellos bolivianos y dos extranjeras- el título de mejor libro
boliviano del año queda en triple empate: dos novelas -tan diferentes como
soberbias cada una: Catre de fierro (Plural),
de Alison Spedding y Los afectos (Random
House-El Cuervo), de Rodrigo Hasbún-, y un libro de cuentos, Para comerte mejor (Sudaquia), de
Giovanna Rivero.
La primera una extensa y compleja relación de la Bolivia de
la segunda mitad del siglo XX, caracterizada por el paso de lo rural a lo
urbano con todas las transformaciones sociales que ello conlleva, pero sobre
todo, por la maestría con que la autora, británico-boliviana, maneja a sus
personajes y tramas, lo que le permite redondear una magnífica obra de ficción,
definitivamente lejos de la novela sociológica tan corriente en Bolivia en
décadas pasadas y a la que no pocos tópicos de Catre de fierro podrían acercar peligrosamente.
Y la segunda, un notable despliegue de estilo -esa economía
de palabras, esa gran capacidad de Hasbún para contar tanto y tan bien en tan
pocas palabras- y técnica narrativa para hilar una trama sólida sobre una
familia de alemanes que se encuentra y desencuentra en la Bolivia que los
adopta, aquella de los álgidos años de la revolución y las dictaduras.
Más libros
Un apunte importante. Se pidió a los consultados que
escogieran el que en su criterio es “el mejor libro boliviano del año” y que si
deseaban consignen además hasta tres menciones de otras obras destacadas. La
mayoría no se animó a consagrar un solo libro, y menos a clasificar o
jerarquizar sus menciones -como se puede ver en los cuadros desplegados a
continuación, en los que además los participantes argumentan su elección- pero
haciendo una tabulación básica está claro que Los afectos, Catre de fierro
y Para comerte mejor, se sobreponen
al resto con claridad.
Después de las obras de Spedding, Hasbún y Rivero los especialistas
consultados apoyaron en dos o más ocasiones como “libro del año” a una
colección de cuentos: Una casa en llamas
(Eterna Cadencia-El Cuervo), de Maximiliano Barrientos.
En orden de menciones, le siguen La desaparición del paisaje (Periférica), también de Barrientos y Asma (Nuevo Milenio), el libro debut de
Aldo Medinaceli; y luego están Todo el
mundo cumple sus sueños menos yo (El Cuervo), relatos de Wilmer Urrelo; Hora boliviana (El Cuervo), crónicas de
autores nacionales compiladas por Fernando Barrientos y finalmente El sonido de la H (Santillana), con la
que Magela Baudoin ganó el Premio Nacional de Novela 2014.
Con una mención aparecen Historia
de los boleros de caballería (FC-BCB-Plural), de Jenny Cárdenas, El sonido de la muralla (Kipus), de
Rodrigo Urquiola y Nonato Lyra (La
Mariposa Mundial), de Arturo Borda.
En defensa de la valía -siempre relativa como toda
clasificación- de este ejercicio, que no sondeo o encuesta, hay que destacar
que todos los consultados son reconocidos lectores y reseñistas. En cuanto a
géneros, aunque la iniciativa nunca se limitó solo a narrativa, las respuestas
sí; no obstante, tuvimos el cuidado de pedir a un voraz lector de poesía, como
lo es Gabriel Chávez, que plantee su propia visión sobre el 2015 poético en el
país (ver siguientes páginas).
(Y un apunte más, entre paréntesis. No consigno en las
tabulaciones mi voto, pero ello no me impide ceder a la tentación de emitir
opinión: Catre de fierro y La desaparición del paisaje -creo yo-
son no solo las mejores novelas bolivianas de 2015, sino acaso de los últimos
años en Bolivia. Lástima que la última no haya llegado al país -y por lo tanto
pocos hayan podido leerla- más que en unos cuantos ejemplares traídos por su
autor. Casi lo mismo ocurre con Para
comerte mejor, editada en EEUU, de la que por lo menos hay unos pocos
ejemplares en una librería cruceña. Finalmente, no puedo dejar de mencionar a
tres libros más, esenciales, que vieron la luz en los meses recientes: Escritos completos, de Juan Conitzer; Poesía completa, de Sergio Suárez Figueroa,
ambos de La Mariposa Mundial, y
De Madrid a Cochabamba.
Cartografía de un desastre (3600), de Claudio Ferrufino-Coqueugniot y Pablo
Cerezal.
--
Santiago Espinoza
Periodista, editor
del suplemento cultural La Ramona
(Cochabamba)
Porque creo que son obras que merecen similar atención, me
he decantado por elegir dos novelas:
Los afectos
Es una obra de una madurez estilística insoslayable, pero
también de un riesgo discursivo que se agradece. Su uso quirúrgico del
lenguaje, despojado de casi toda floritura, y su construcción polifónica de la
narración, convierten a Los afectos
en una novela mayor de la literatura boliviana, escrita por un autor con una
voz inconfundible y en completo dominio de las herramientas formales que tiene
a la mano.
En cuanto a su nivel temático, persiste la constante por
sumergirse en la intimidad física y emocional de sus personajes, pero ahora con
el aditamento de colocarlos en un contexto tan singular en la historia
contemporánea de Bolivia, como fueron los años 60 y 70, marcados a fuego por la
violencia de las guerrillas y los gobiernos autoritarios. Esto le otorga a Los afectos una dimensión distinta
-acaso superior- a la de las obras anteriores de Hasbún, que sabe hurgar en la
microhistoria local-boliviana, pero sin renunciar a una reflexión temática y
sentimental de índole más universal.
Catre de fierro
La nueva obra de (Alison) Spedding es la tentativa más seria
del último tiempo por escribir la “gran novela boliviana”. Su autora está a la
altura de semejante ambición, al construir una monumental saga familiar que
recrea, con precisión factual y amenidad narrativa, la historia de Bolivia
desde los años pre-revolución del 52 hasta los 90.
Con un manejo del lenguaje que aprovecha la riqueza
lingüística y sonora de los idiomas nativos y de sus derivaciones resultantes
de la mezcla con el español, Spedding compone una novela que revisa y
desmitifica algunos de los grandes temas de debate de la Bolivia del siglo XX y
aun de la actual: las diferencias de clase a la formación de la oligarquía
nacionalista; la ambivalente relación entre mundo urbano-mestizo y el mundo
andino; el cuestionamiento de la idealización del indio; la migración interna y
el narcotráfico como motores de movilidad social. Catre de fierro es, por un lado, el libro más disfrutable e
irreverente sobre la historia boliviana del siglo XX; pero, por otro, es una de
las novelas que más lejos ha llegado en el propósito de convertir la
bolivianidad en un estilo narrativo.
Menciones: El sonido
de la H, de Magela Baudoin y Todo el
mundo cumple sus sueños menos yo, de Wilmer Urrelo
--
Sergio de la Zerda
Periodista de
Opinión. Especialista en cultura.
(Cochabamba)
Los dos libros bolivianos del año, desde mi perspectiva
empatados en valor para merecer ese título aunque por diferentes motivos, son:
Catre de fierro
Spedding hizo lo que tal vez ningún otro autor nacional se
animó a hacer en las últimas décadas: narrar la historia contemporánea del
país, con maestría y entrelazando las perspectivas hegemónicas y populares, sin
maniqueísmos, victimización o idealización. Todo en Catre de fierro es, al tiempo que muy social y político,
deliciosamente literario y crudo.
Hora boliviana
Fernando Barrientos supo reunir a los más destacados
exponentes bolivianos de la crónica -siendo él mismo uno de ellos-, quienes
desde aristas muy diversas y mínimas -pero conceptualmente bien hiladas-, saben
tocar las fibras profundas que hacen al ser nacional. La narrativa periodística
de la obra tiene puntos destacadísimos en cuanto a reportería y escritura en
trabajos como los de Santiago Espinoza, Rocío Lloret, Leonardo de la Torre y
Fadrique Iglesias.
--
Adhemar Manjón
Periodista del área
cultural de El Deber
(Santa Cruz)
Los afectos
Rodrigo Hasbún reescribe la vida de los Erlt, una familia
alemana que llegó en la primera mitad del siglo XX a Bolivia, para instalarse
en La Paz. En apenas un centenar de páginas, Hasbún nos muestra la intimidad de
estas personas, en una obra coral resuelta con mucha sobriedad y precisión.
Una novela donde las voces femeninas (las tres hijas de Hans
Erlt: Mónica, Heidi y Trixi) tienen mucha fuerza, y son las que llevan adelante
la narración. Hans Erlt, fotógrafo que trabajó para el régimen nazi, vive
buscando aventuras en sitios como la Amazonia o las montañas bolivianas y
contempla, con el pasar de los años, cómo sus hijas lo abandonan de a poco (y
no solo en cuanto a distancia física). Y así, uno vive las idas y venidas de
los personajes, sus desencuentros, sus pequeños triunfos, sus derrotas.
-
Magdalena Gonzales
Literata miembro del
Grupo de estudios bolivianos de la Universidad de Córdova
(Argentina)
Una casa en llamas
Creo que este volumen de cuentos de Maximiliano Barrientos, reúne
lo mejor del autor cruceño tanto en un nivel netamente estético -sobre todo por
el manejo de la lengua- cuanto por sus proyecciones hacia una literatura que,
aunque no lo tenga como propósito principal, reflexiona sobre algunos aspectos
de la vida en sociedad en los albores del siglo XXI.
Barrientos despliega el drama personal, individual, las
cicatrices y las suturas emocionales, aquellas que quedan cartografiando las
experiencias vitales de los diversos personajes. El buen manejo narrativo,
personajes profundos y atormentados, una lengua escasa pero muy productiva y
poética a la vez y las múltiples líneas de fuga -y fuga en más de un sentido-
por las que transitan los personajes, se cuelan en toda la obra de Barrientos
que alcanza, con este libro de cuentos, su punto máximo de lirismo.
Para comerte mejor
Destaco también el libro de cuentos de Giovanna Rivero, en
el que se privilegia un sentido de inestabilidad apoyado en las metáforas de lo
fantástico, lo sobrenatural y los cruces posibles entre lo humano y lo
inhumano. Este libro marca la impronta estética desde la que Rivero viene
trabajando desde hace tiempo, combinando los géneros y las tradiciones y
haciendo de esta autora una escritora dispuesta a tomar riesgos en pos de
avanzar hacia una literatura perturbadora y cuestionadora.
--
Edmundo Paz Soldán
Escritor
(Cochabamba)
Solo por enfocarme en la narrativa: como suele ocurrir, es
más lo que no he leído que lo que he leído (me falta ponerme al día con, entre
otros, Spedding, Urquiola, Averanga, Soria-Galvarro, Ruiz y Urrelo, aunque sí
puedo decir que Wilmer tiene una genialidad en su nuevo libro: Habitando en el inadvertido mundo de los
mifrosotgs).
De los que he leído, hay autores ya conocidos que se han
consolidado con libros potentes: Giovanna Rivero, con Para comerte mejor; Maximiliano Barrientos, con La desaparición del paisaje; y Rodrigo
Hasbún, con Los afectos.
Y está el que ha sido para mí una revelación, pues no había
leído nada de él: Aldo Medinacelli, con Asma. Tomados todos esos libros juntos,
y añadiendo a ello los premios internacionales ganados por nuestras escritoras,
está claro que ha sido un gran año para la narrativa boliviana.
-
Sebastián Antezana
Escritor
(La Paz)
Para comerte mejor
Considero que el mejor libro boliviano de ficción de este
año es el conjunto de cuentos de Giovanna Rivero. Los relatos que lo componen
son la muestra más alta de la escritura en el género que ha alcanzado su autora
hasta hoy, y tienen una calidad que, creo, sobrepasa con distancia al resto de
los libros de relatos y las novelas nacionales que leí en este 2015.
Pleno de metáforas cuidadas, de referencias literarias y
extra literarias que funcionan como un tejido expansivo, compuesto con una
atención extrema por el detalle y caracterizado por un estilo envolvente que
emerge del entramado de voces narrativas, Para
comerte mejor funciona como una orquesta sinfónica, brilla individualmente
por partes y en conjunto resulta un código sobrecogedor, la ficción más interesante
y provocadora del año (en especial, quizás, por los cuentos de corte
abiertamente político que tiene, en los que se propone -a partir de una lectura
desplazada del régimen actual e incluso de una versión distópica de Evo
Morales- una Bolivia alternativa fascinante). Vale la pena que en 2016 alguna
editorial boliviana publique este muy buen libro en el país.
--
Claudia Daza
Periodista cultural
de radio Francia
(La Paz)
Catre de fierro
Un regreso maravilloso de Alison Spedding para brillar nuevamente
como novelista y lectora de nuestra realidad. Una novela necesaria, bajo el sello Spedding.
Historia de los
boleros de caballería
Un regalo que Jenny Cárdenas ofreció a Bolivia, porque se
trata de un profundo estudio de este género musical con muchísima carga
histórica desde épocas coloniales. Valioso por la investigación de años que
realizó Jenny y por el rescate musical que hizo a través de la difusión de
partituras e interpretaciones no solo de boleros de caballería, sino también de
yarabíes.
-
María José Navia
Escritora
(Chile)
Los afectos
Mi gran favorito del 2015 es la novela de Rodrigo Hasbún. Me
parece un libro inmenso. Creo que no solo es el mejor libro boliviano que leí
en 2015, sino también uno de los mejores libros publicados este año, en
general. Se lo he regalado y recomendado a todo el mundo.
Concentra episodios y personajes fascinantes de la historia
como Hans Ertl, camarógrafo de Leni Riefenstahl, y su hija Monika, a la vez que
reflexiona sobre lo que es ser extranjero: en otro país, en la propia familia,
en la asfixia de un matrimonio. Además, está escrito con una prosa fulminante.
Hasbún dijo por ahí que quería que su libro fuera como un álbum familiar en el
que el lector va armando las conexiones entre las fotos, pero a mí me parece
que funciona más como un álbum musical, uno de esos discos en los que cada
canción anticipa e impregna a la siguiente.
Menciones
Otra novela que me gustó muchísimo, también sobre personajes
que no pertenecen del todo y la (im)posibilidad de volver, es La desaparición del paisaje de
Maximiliano Barrientos. También destaco Pirotecnia,
de Hilda Mundy, que reeditó este año – y bellísimamente - la editorial chilena
Los Libros de la Mujer Rota (y con prólogo de Edmundo Paz Soldán). Mención
aparte merece el libro de cuentos de Giovanna Rivero publicado en Estados
Unidos: Para comerte mejor.
Absolutamente feroz.
-
Christian Vera
Escritor
(La Paz)
Una casa en llamas
Los afectos
--
Marcelo Paz Soldán
Editor
(Cochabamba)
Asma
Va una pequeña lista, pero, si tendría que elegir entre
todos ellos, y siempre mi selección será parcial ya que no lo he leído todo, me
quedaré con Asma de Aldo Medinaceli,
una ópera prima de un gran escritor que narra sus historias con la obsesión por
la palabra que solo los grandes narradores
tienen. Muchos de estos cuentos pueden convertirse en clásicos de la
literatura nacional como Reina de
corazones, Casa museo o La pelea
antes del fin.
Menciones
Todo el mundo cumple
sus sueños menos yo, El sonido de la
muralla, El sonido de la H y
La desaparición del
paisaje.
-
Omar Rocha Velasco
Literato
(La Paz)
Los listados y recuentos son injustos e incompletos, esa es
su característica fundamental, a pesar eso me atrevo a hablar de dos libros que
considero los más importantes de 2015
Catre de fierro
Spedding, da a conocer cómo
era Bolivia después de la revolución del 52, narra la historia de la
“decadencia” de la familia Veizaga en la provincia Inquisivi de La Paz. Esta
narración es una ambiciosa saga familiar, recorre las delicias del poder de los
patrones Veizaga como hacendados, los contactos de esta familia con el
Nacionalismo Revolucionario a partir de una militancia que al principio les da
muchos réditos y luego es parte de su debacle. Están los avatares de la familia
en el periodo de dictaduras de los 70, “los narcóticos años 80”, la vuelta a la
democracia, el periodo de la megacoalición. Los personajes son fascinantes,
complejos, encarnan un mundo difícilmente abarcable por otros discursos que no
sean los ficcionales. La narración es intensa, detallada, imponente.
Nonato Lyra
Ya el hecho de publicar una obra inédita de Arturo Borda
sería suficiente justificativo para destacar este libro. Pero más allá de lo
que se tiene entre manos (¿uno de los cuadernos que completa El Loco?) es fundamental el trabajo de
edición realizado por Rodolfo Ortiz, un verdadero estudio genético (quizá el
primero que se hace en Bolivia) que parte de un manuscrito, establece un texto
y aclara la lectura a partir de sendas notas al pie. Aquí encontramos también
una pesquisa, un personaje de los bordes, ciertos fragmentos narrativos y
ciertos fragmentos “sentenciosos” o aforísticos imprescindibles.
Ya se ha destacado muchas veces la importancia de Arturo
Borda para la literatura boliviana, este libro es un aporte fundamental para
seguir descubriendo una obra y seguir estableciendo lazos que llegan hasta
nuestros días.
-
Catre de fierro
Alison Spedding
Los afectos
Rodrigo Hasbún
Para comerte mejor
Giovanna Rivero
Una casa en llamas
Maximiliano Barrientos
La desaparición del
paisaje
Maximiliano Barrientos
Todo el mundo cumple
sus sueños menos yo
Wilmer Urrelo