Jaime Laredo: volver a los 17
Uno de los mayores talentos musicales que dio Bolivia al mundo, llegará al país luego de más de 30 años. “No se pueden imaginar la emoción que siento por volver a Bolivia”, comenta.
Martín Zelaya Sánchez
La Revolución Cubana apenas se estaba asentando, la nave
soviética Luna 3 se aprestaba a ponerse en órbita y meses después mandaría las
primeras e históricas fotos del “lado oscuro de la luna”.
Hawái ultimaba detalles para convertirse en el estado número
50 de Estados Unidos, y Bolivia apenas se recuperaba de una contundente e
inédita huelga de 10.000 mineros que de esa manera terminaban de sellar la
ruptura con el MNR de la revolución y de Paz Estenssoro.
Así estaba el mundo, así estaba el país en mayo de 1959
cuando un joven de 17 años, el cochabambino Jaime Laredo, sorprendió a millones
de bolivianos al ganar el Concurso Internacional de Música Reina Elizabeth, en
Bruselas, Bélgica. Algo así como ganar un Oscar o, casi, el Premio Nobel hoy en
día.
Hay que decirlo, la mayoría en Bolivia conoce el nombre
Jaime Laredo, pero para muchos no es más que el nombre del Teatro al Aire Libre
de La Paz. Pocos saben que se trata de una de las mayores figuras
artístico-culturales bolivianas de todos los tiempos, uno de los más talentosos
violinistas del siglo XX, un respetado y admirado maestro que tocó en los más tradicionales escenarios del
mundo y junto a figuras de la música de varios continentes.
Tras 30 años de ausencia en Bolivia -donde nació y vivió
hasta sus seis años, antes de mudarse a EEUU- el experimentado músico de 72
años se prepara para arribar en agosto cuando le espera una nutrida agenda de
conciertos, clínicas y encuentros, de la mano de otro talento que el país dio
al mundo, la pianista Ana María Vera.
“Yo conocí a Ana María en Washington cuando ella tenía siete
años y desde entonces siempre he seguido su carrera que ha sido fenomenal.
Tengo que decir que lo que ella está haciendo ahora (con su proyecto de
formación musical Bolivia Clásica) es algo impresionante; ella es una persona
increíble, más allá de una excepcional pianista”, comenta Laredo con un español
aunque muy inteligible, no ajeno de un inequívoco acento anglosajón.
Es precisamente la Fundación Bolivia Clásica, creada y
dirigida por Vera, la que posibilita este esperado retorno sobre el que el maestro
conversó gentilmente, vía telefónica, desde su casa en Cleveland.
“Tengo la misma pasión y ganas que a mis 17 años”, confiesa.
- ¿Que siente ahora que se acerca su regreso a Bolivia
después de tantos años? Mi imagino que la emoción tiene un doble motivo: volver
a ver su país y su gente, pero además, tocar en escenarios bolivianos.
- No se puede imaginar todas las emociones que siento. Yo no
he estado en Bolivia desde que murió mi mamá hace 30 años; y es que tengo una
vida loca porque siempre estoy viajando por todo el mundo dando conciertos, además
de que con Sharon, mi mujer enseñamos música acá en Cleveland, y eso me resta
mucho tiempo.
Por eso cuando Ana María me habló de este proyecto de
Bolivia Clásica, yo dije “este es el momento”, y estoy muy feliz de poder
regresar.
Lo que para mí es más importante es que voy a ir con mi
familia; Sharon ya ha estado allá tres veces, pero mi hija y mis nietas nunca.
- Por circunstancias familiares a usted le tocó tener dos
países, Bolivia y EEUU. Cuéntenos un poco sobre sus primeros años y su historia
familiar
- Yo me fui de Bolivia cuando tenía seis años con toda mi
familia. Años después mi hermano regresó y murió en Cochabamba hace un año y
medio; además tengo una hermana que todavía vive acá.
Verdaderamente EEUU es mi país, pero Bolivia ha sido siempre
una parte muy importante de mi vida.
Después de que terminé mis estudios y empecé a dar
conciertos, mis papás regresaron a Bolivia, y yo iba cada año a visitarlos, así
que la raíz, la identidad boliviana la tengo muy fuerte. Por eso ya años
después, siempre que visitaba Cochabamba caminaba por todos los lugares de mi
infancia, de mis padres y familiares.
Ahora que me perdí tanto tiempo, todos me han dicho que no
voy a reconocer Cochabamba, que ha cambiado mucho… tengo muchas ganas de
volver.
- ¿Cuán al tanto está usted de la situación general de
Bolivia?
- Yo hablaba cada semana con mi hermano y me contaba todo lo
que podía y acá trato siempre de leer o ver noticias, pero no es igual que
estar allá así que tengo una enorme curiosidad.
- Además de Ana María
Vera, ¿conoce usted a otros artistas o músicos bolivianos?
- Uno de mis mejores amigos acá es el pianista Wálter Ponce,
que va a Bolivia cada año a dar conciertos; de músicos que viven en Bolivia
francamente conozco muy poco pero espero que estando allá pueda ponerme al día.
- Tuvo la ocasión de escuchar a jóvenes talentos bolivianos
que están emergiendo del proyecto Bolivia Clásica.
- Sí, desgraciadamente no en persona, pero he visto CD y DVD
y muchos me han causado una muy buena impresión y me dejaron con las ansias de
verlos en persona.
- Qué puede adelantar de la agenda que cumplirá en su visita
de agosto
- Aunque aún se está coordinando todo, al mando de Ana
María, ya sabemos que vamos a dar conciertos en La Paz, Cochabamba y Santa
Cruz; estamos hablando de qué temas vamos a tocar… pero aún nada está cerrado.
(Ana María da más detalles en una nota adjunta en estas
páginas).
- Hablemos un poco del famoso concurso Reina Elizabeth que
usted ganó siendo muy joven y que fue, creo, el gran paso para iniciar su
carrera.
- Esa fue la experiencia de mi vida. Tenía 17 años y cumplí
18 en Bruselas poco después del concurso. Fue algo increíble, había personas de
todas partes del mundo pero yo era el único de Sudamérica.
Digo que cambió mi vida porque tras ganar me encontré con
ofertas de conciertos, de grabaciones, de todas partes del mundo… por eso es
que ahí se decidió mi futuro.
En los últimos 20 años he regresado al concurso de Bruselas
como juez, y siempre que voy no puedo evitar volver a sentir la emoción de
aquella vez.
- Han pasado poco más de 50 años desde entonces; hoy en día
debido a los cambios de la sociedad poca gente sabe que el Concurso Reina
Elizabeth sigue vigente y que en su momento tuvo una gran repercusión a nivel
internacional.
- Efectivamente, en ese entonces aquel concurso era no sólo
el más importante para la música clásica, sino uno de los más grandes del mundo
de las artes, junto con el premio Tchaikovski de Moscú.
Hoy en día hay infinidad de concursos en todas partes del
mundo, y ya los medios no les dan el espacio y la importancia que este género
se merece.
- Acá mucha gente recuerda aún cómo fue el recibimiento a su
llegada, ya con el preciado trofeo.
- Fue algo verdaderamente impresionante, difícil de
imaginar. Estuve en La Paz y en Cochabamba, donde hubo un homenaje tras otro…
se hicieron estampillas con mi foto…tengo que decir que en ese entonces no
parecía real, era un sueño y aun hoy en día lo veo así.
- ¿Qué temas de qué autores interpretó durante el concurso?
- Eran muchos, sobre todo de Bach, Paganini, Vivaldi, Bartók, Max bruk…
- Entiendo que gran parte de estos autores fueron después
fundamentales durante su carrera.
- Evidentemente, siempre vuelvo una y otra vez a interpretar
sus obras, son las de toda mi vida y lo único que cambió en los últimos años es
que ahora también toco música contemporánea.
- Más allá de este episodio que marcó su vida, le pido hacer
un breve repaso al resto de su trayectoria. ¿Qué sensaciones tiene de haber
tocado en los más tradicionales e históricos escenarios del mundo, y junto a
muchos de los más prestigiosos músicos?
- Lo único que puedo decir es que estoy consciente de que
soy una persona que he tenido mucha suerte, he tenido
una vida fantástica, he estado por toda Europa, Asía, Estados Unidos, América
Latina, Australia…. Aun así creo que lo más importante que he hecho en mi vida
ha sido enseñar. Empecé a enseñar a mis 30 años, hace ya mucho tiempo, y
ahora puedo ver a mis alumnos tocando en orquestas de todo el mundo, lo que me
da una enorme satisfacción.
- Tras más de medio siglo de conciertos, giras, de un natural
desgaste propio de la vida artística, desde ya sacrificada, y que además usted
combina con la enseñanza, ¿continúan las mismas ganas, la pasión y energía…
cómo se ve en un futuro próximo?
- Francamente creo que tengo más ganas y fuerzas que nunca,
porque sé que todo lo que he venido haciendo -y que espero poder seguir
haciendo un tiempo más- es mi gran pasión, es lo que me encanta.
Me siento privilegiado de tener esta vida, aunque lo único
que ya me cansa cada vez más, son los viajes, los aeropuertos… pero la música,
los conciertos, las aulas no me cansan nunca, para todo eso me siento como si
todavía tendría 17 años.
- Cuando no está en temporada de conciertos o giras, ¿intenta
olvidarse un poco del violín o más bien continúa ensayando y practicando?
- Cada día de mi vida, cada mañana al levantarme lo primero
que hago es ensayar… practicar escalas, practicar estudios, es algo que nunca
para, es lo que hago, es mi trabajo, es mi vida.
En el breve tiempo que me resta leo mucho y me encanta el
cine, además en el verano paso mucho tiempo nadando y caminando.
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Ana María Vera: “Con Laredo, la música en Bolivia tendrá más sentido”
- ¿Qué significa para ti que Laredo vuelva a Bolivia después
de tanto tiempo?
- Para mí significa que el mundo de la música, de quienes
hacemos arte en Bolivia, tendrá algo más de sentido. Sé que Jaime siempre ha
querido regresar, pero la vida es complicada…. Me siento muy feliz de haber
podido impulsar este regreso, esta visita que además incluye a tres
generaciones de su familia. Será una experiencia muy fuerte para nosotros y
espero que sea muy positiva para todos.
- ¿Cuál es la programación que ofrecerán Laredo y los
músicos de Bolivia Clásica?
- Habrán conciertos públicos en La Paz, la Isla de la Luna,
Cochabamba y Santa Cruz. Conciertos de música de cámara con Jaime Laredo, los
chelistas Sharon Robinson y Paul Watkins, y yo al piano.
Será la primera vez que toquemos juntos. También habrá
conciertos con la Orquesta de Cámara Juvenil de Bolivia Clásica, que estará
dirigida por Jaime. Esta colaboración entre Jaime y los jóvenes músicos
bolivianos será sin duda un momento clave del festival. Por otro lado,
ofreceremos clases magistrales en cada ciudad.
- ¿Cuáles son las últimas novedades de la Fundación Bolivia
Clásica y los planes a futuro?
- El proceso de obtención del estatus de Fundación en
Bolivia ha sido muy complicado, hemos tardado años en llegar a este punto, y
recién se logró en semanas pasadas.
Creo que este paso permitirá consolidar nuestro Festival
Internacional y la escuela de formación para niños y jóvenes que está entrando
en su tercer año.
Tenemos una excelente orquesta juvenil, otra preparatoria,
varios cuartetos de cuerda, un coro infantil, y queremos comenzar un programa
de capacitación de maestros, espero en conjunto con el Ministerio de Educación.
Creemos que es la mejor manera de asegurar la excelencia en
la formación musical de nuestros niños. Para esto se necesita obtener ayuda
constantemente, es por eso que la recaudación de fondos se ha convertido en una
de mis actividades principales.
Jaime Laredo y Sharon Robinson también se están
involucrando, gracias a ellos un distribuidor de instrumentos norteamericano
nos está donando 60 instrumentos de cuerda.
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Sobre el músico
Jaime Laredo nació el 7 de junio de 1941 en Cochabamba,
Bolivia, donde su primer profesor de violín fue Carlos Flamini con quien
comenzó a los cinco años.
En 1948 su familia se trasladó a Estados Unidos proyectando
el futuro de sus hijos y sobre todo el de Jaime, y en San Francisco tomó
lecciones de violín con Antonio De Grassi.
También estudió con Frank Houser antes de trasladarse a
Cleveland (Ohio), donde estudió con Joseph Gingold en 1953. Completó su
formación en el Instituto de música Curtis de Philadelphia donde tuvo como
profesor a Ivan Galamian.
Su recital en el Carnegie Hall en octubre de 1960 tuvo un
gran éxito y le ayudó a lanzar su carrera. Al año siguiente tocó en el Royal
Albert Hall de Londres. Posteriormente, tocó con casi todas las más importantes
orquestas europeas y americanas.
Es también un gran intérprete de viola, instrumento con el
que grabó cuartetos para piano con Isaac Stern, Yo-Yo Ma y Emanuel Ax. Colaboró
con el pianista Glenn Gould, con el que grabó las sonatas para violín y teclado
de Johann Sebastian Bach.
Ganó el primer premio en el concurso internacional Reina
Isabel de Bruselas en mayo de 1959, y el Grammy en 1992.